martes, 6 de enero de 2009

Los remeros vascos

Os confieso que el espectáculo me impresionó.
Yo no podía ni sospechar que unas regatas de traineras despertaran tanta expectación y que por presenciarlas se congregase todo San Sebastián a las orillas del mar. Y, sin embargo, Igueldo, la herradura de la Concha y el cerro de Urgull, eran un hervidero de gente, una guirnalda de cabezas. La bahía estaba plagada de pequeñas embarcaciones -vaporcitos,canoas,lanchas,balandros- que se movían inquietas de un lado a otro esperando impacientes la salida de las dos traineras que habían de disputar la bandera de honor. Orio y San Sebastián. Eran los dos equipos que, en las emocionantes eliminatorias del domingo anterior, quedaron triunfantes y ahora optaban al campeonato. Habían cambiado de embarcación: los remeros de Orio lucharían sobre la trainera de San Sebastián y los de San Sebastián sobre la de Orio. Durante toda la semana última, las dos embarcaciones habían estado custodiadas por vigilantes de ambos equipos con el fin de que no se les introdujeran ninguna reforma beneficiosa ni perjudicial. Los partidarios de San Sebastián tenían una gran fe en el triunfo de sus remeros, que eran los campeones del año anterior, sin embargo .... ¡aquellos gigantes de Orio! No en vano tienen fama de ser los mejores bogadores del Cantábrico. Bullía entre el público, que en su mayoría deseaba el triunfo de San Sebastián, una honda inquietud que traducíase en exclamaciones, gritos y acaloradas disputas.

- ¿Pero es posible que Orio, un pueblo de 1.500 vecinos, nos gane? ..... ¡Oh, sería una vergüenza! exclamaba una gentil muchachuela, al mismo tiempo que con sus prismáticos seguía los movimientos de las dos traineras. 

Las apuestas habian rebasado los cálculos. Se jugaban más de cincuenta mil duros. Los partidarios de Orio apostaban doble contra sencille

Este temor de que un pueblerillo de pescadores se arruinase, hizo que mis simpatias se pusiesen de parte de Orio. Después de todo, para el suntanso San Sebastián no era más que un traunfo de amor propio, en cambio para Orio era la vida o la muerte.

La tarde estaba más hien desapacible y cenicienta. El cielo humoro y torvo, ameruzaba el temible sirimiri, y el mar, hantante movido, prometia galerna. Sin embargo nada de esto arredró a los espectadores ni a lon traineros (sic) que a las 4 en punto ya estaban colocados entre las dos barcazan que servian de meta. De alli saldrian a toque militar y llestarian hasta una boya sihaada fuera de la bahia alrededor de la cual virarian para volver al punto de partida.

Hubo un silencio solemne de extremo a extremo de la Concha. Sólo el mar, al romper ondulante contra los muros que le centían, rugia incesantemente.

El clarin dio el toque de atención, las des trainersa, con los remos en actitud de hundirse sobre las verdrasas aguas, esperaban... Tie gimió la correta, y las don harquillas rompieron marcha. Los remos entraban y salian en las gruas a compas, como si una máquina kos moviera al mismo tiempo, con espumarajon blanquecinos que desaparecian

Pronto Orio consiguió destacarse gentilmente de su adversario; primero media barca, después toda, y cuan do abandonaba la bahía le llevaba de ventaja más de veinte metros. Esto produjo decepción entre los espectadores. Enon gigantes remeros de Oria!

Una legión de embarcaciones escoltaba a las dos frágiles traineras. Pasarin cinco, dies, doce minutos y al fin volvió a reaparecer Orin, triunfante, que había conseguido dejar a San Sebastián muy detrás. Y llegó a la meta en medio de un silencio hostil; sólo se escuchó alguna que otra palmada tiroida de algan pescador paisano que habla venido a presenciar las resgatan. Laus sirersas de los barcos que el domingo anterior, cuando San Sebastián venció a sus adversarios menos fuertes, atrunaron los ámbitos con sus plañideros gemidos, ahora, ante el triunfo de Oria, permanecieron mudas. Pero no importaba: los remeros triunfadores saltaban y gritaban dentro de la trainera como acometidos de una alegria epiléptica

"El Caballero Audaz

"La Esfera, Septiembre de 1916











No hay comentarios:

Publicar un comentario