domingo, 1 de abril de 2012

El Festival de Cine

Si en principio fue la palabra. según se lee en el Evangelio de San Juan, podría también decirse que en principio fue la Semana. Es decir, que antes del Festival del Cine lo que nació precediéndolo fue la Semana del Cine y todo ello surgió en la bodega de un comercio donostiarra en la primavera del año 1953.

Un grupo de comerciantes tuvo la idea de organizar una Semana del Cine. No he podido saber de quién fue ésta pues los supervivientes de aquellos pioneros de nuestro Festival no lo dicen. El caso es que se reunieron en la bodega de la tienda "La maison pour enfants" sita en la calle Churruca. Eran diez los comerciantes que acudieron a la cita y bien merece que traiga aquí sus nombres : DIONISIO PÉREZ VILLAR, JOAQUÍN ARELLANO, MIGUEL TELLO, WILLY FOCH, FRANCISCO ARANAZ DARRÁS, MANUEL DURÁN, JOSÉ SÁNCHEZ ECEIZA, JOSÉ JULIÁN MERINO, FRANCISCO PILARTE y ÁNGEL APRAIZ.

Allí se barajaron posibilidades, se enumeraron dificultades, se lanzaron proyectos. Todos acordaron trabajar sin desaliento y tras el programa de lo que se iba a hacer se repartieron los papeles para que cada uno actuara con cierta independencia pero en coordinación con los demás.

Lanzada la idea había que recabar ayudas. Varios de aquellos hombres se dedicaron a ello y tanto el Ayuntamiento, que entonces presidía JUAN PAGOLA BIREBEN, como el Ministerio de Información y Turismo y los sindicatos respondieron positivamente a las demandas que se les hicieron. El 3 de julio de 1953 en una sala de la Delagación Provincial de Sindicatos se reunieron nuevamente aquellos comerciantes con mandos sindicales y otras gentes de la ciudad para exponer su proyecto, aportar datos, recopilar ideas y concretar cifras. En la reunión llevó la voz cantante DIONISIO PÉREZ VILLAR quien dijo que las casas productoras habían ofrecido la primacía en el estreno de sus producciones y que el coste de la Semana rondaría el medio millón de pesetas. Entonces el delegado provincial de sindicatos, señor SÁNCHEZ EGUIBAR dijo que se solicitarían a la Delegación Nacional 150.000 pesetas.

Los reunidos acordaron que la Semana se celebrase del 21 al 27 de septiembre, invitando a asistir a ella a las figuras más calificadas de la cinematografía nacional y extranjera, productores, artistas y directores, seleccionándose previamente las películas para que el certamen tuviese una indudable calidad.

     El día de la clausura de la Semana se celebraría un festival de gala en Igueldo, actuando en la fiesta los artistas en una gran "kermesse". Simultáneamente al acontecimiento cinematográfico se podrían celebrar otros de rango artístico musical e incluso taurinos, no faltando las verbenas de gala en el Náutico y el Gran Casino y populares en el barrio del muelle.

     Respecto al local en el que se proyectarían las películas se barajaron los del Victoria Eugenia y Kursaal, inclinándose la mayoría por el primero de los citados. Se habló de nombrar un comité ejecutivo debiendo figurar en él representantes de los organismos más importantes de la ciudad, nombrándose por aclamación secretario general de la Semana a don DIONISIO PÉREZ VILLAR. Se acordó también instalar en la Delegación de Sindicatos una oficina que entendiera de todo lo relativo al recién nacido proyecto.

     El ministro de Información y Turismo, GABRIEL ARIAS SALGADO, la víspera de reunirse en San Sebastián el Consejo presidido por Franco, en el mes de agosto, recibió en el Náutico a parte de aquella comisión y les prometió apoyar la idea así como la colaboración de algunos técnicos.

     Según iban pasando los días y se acercaba la fecha de la inauguración de la Semana, las dificultades aumentaban. Pero la improvisación suplia a la inexperiencia. El maestro JUAN URTEAGA compuso una Barcarola dedicada al certamen, que el Orfeón Donostiarra grabó y con la que se iniciaban las sesiones cinematográficas.

     Al pensar en la decoración de la sala del Victoria Eugenia surgió la Concha que se convirtió en el símbolo de nuestro Festival. Se pensó en colocar una especie de túnel a la entrada del Victoria Eugenia adornado con conchas de escayola. Fue en el taller de decoración del señor NAVAJAS donde se plasmó la idea. Y de elemento decorativo pasó a ser el premio que se otorgaba y se sigue otorgando.

     El éxito de aquella Semana fue superior a todo lo previsto por los organizadores que después de la experiencia cedieron la responsabilidad de futuros festivales a otras manos, las que han llevado durante cuatro décadas largas la andadura de lo que se inició como el "Festival del Popelín", con que cariñosamente es conocido en su primera salida al mundo.

     El lunes 21 de septiembre de 1953 se inauguró aquella Semana, que se inició con una recepción en el Ayuntamiento. Allí se levantó el telón. Las estrellas, guapas de verdad, se presentaron en el Ayuntamiento mostrando toda su belleza. Allí estaban Paquita Rico, Emma Penella, Ana Esmeralda, Marujita Díaz, Carmen Sevilla, Geneviève Page, Aurora Bautista, y con ellas Mario Cabré, Cesáreo González, Virgilio Teiseira, Luis Lucía, Luis Mariano, Alfredo Mayo, Benito Perojo, Francisco Rabal..... A las 10,30 de la noche en el Victoria Eugenia se proyectó el documental inglés "El continente blanco" y a continuación la película "El pequeño mundo de don Camilo", de Julien Duvivier interpretada por Fernandel y Gino Cervi. En los días siguientes se proyectaron las películas "Los crímenes del museo de cera", de Andre Toth, por Vincent Price y Frank Lovedon ; "La guerra de Dios", de Rafael Gil, por Claude Laydu, Paco Rabal y Mario Davó; "Fuego en la sangre", de Ignacio F. Iquino, por Marisa de Leza y Antonio Villar; "Teresa Raquin", de Marcel Carné, por Simone Signoret y Ralf Vallone; "La pasión desnuda", de Luis César Amadori, por María Félix y Carlos Thompson; "Carne de horca", de Ladislao Vajda, por Rossano Brazi, Emma Penella y José Nieto; "En la palma de la mano", de Roberto Gavaldón, por Arturo Córdoba y Carmen Montejo; "Condenados", de Manuel Mur Oti, por Aurora Bautista, Carlos Lemos y José Suarez; "Todos somos asesinos", de André Cayatte, por Balpetre Mouloudji; "Hay un camino a la derecha", de Francisco Rovira, por Paco Rabal y Julia Martinez y "Los orgullosos" de Yves Allegret, por Michèle Morgan y Gérard Philipe.

     La asistencia de artistas y actores fue numerosa, siendo la mayoría españoles pero no faltaron extranjeros como la argentina Tilda Tamar, la japonesa Joshiko Jamaguchi, los franceses Claude Laydu y Geneviève Page, el portugués Virgilio Teiseira .... y junto a ellos la plana mayor de la cinematografía española desde Cesáreo González a María Asquerino.

     La Semana se clausuró el domingo 27 y los premios otorgados fueron estos: "La guerra de Dios" como la mejor película;  Julia Martinez a la mejor interpretación femenina por su trabajo en "Hay un camino a la derecha"Francisco Rabal a la mejor interpretación masculina en la misma películaRafael Gil, por la dirección de "La guerra de Dios" y a la mejor fotografía a la película "Carne de horca". Al acto de clausura asistió el delegado nacional de Sindicatos, José Solís Ruiz y el secretario de Cinematografía y Teatro, José María Alonso Pesquera. Y terminó con una gran fiesta de gala en el Hotel María Cristina. Fiestas hubo muchas, casi todos los días de la Semana, en el Trinquete, Náutico "Commodore", Tenis, se celebró una verbena en el Boulevard, salió la tamborrada infantil y el domingo 27 hubo una corrida de toros con ganado de Salvador Guardiola para los diestros Domingo Ortega, Mario Cabré y Pablo Lozano. En la terraza del Ayuntamiento actuaron en una bella estampa los grupos Stella Maris, Schola Cantorum, coro Easo y Coral Santa Cecilia.

     Aquellos comerciantes que organizaron la Semana no contaban casi con dinero y tenían que mirar hasta la última peseta. Y consiguieron que no hubiera déficit. Los gastos realizados fueron estos: fiestas en clubs, 172.072 pts.; impuestos, 11.946; alquiler del teatro Victoria Eugenia, 40.142; billetaje devuelto, 5.240; Conchas destinadas a premios, 31.473; material del billetaje, 5.137; comisión de festejos, 75.174; comisión de recepción, 11.844; alquiler del aparato para las proyecciones, 44.114; comisión de propaganda, 82.473; comisión artística, 59.216; gastos generales, 33.278; hoteles 142.037; facturas varias, 79.335; remanente destinado a la beneficencia municipal, 5.065. Total de gastos, 798.651 pts.

     El capítulo de los ingresos era bastante inferior al de gastos y por ello el Centro de Atracción y Turismo, en una reunión celebrada el 8 de octubre, cumplió la promesa hecha a los organizadores de la Semana cuando presentaron su proyecto y solicitaron su ayuda. A aquella reunión que presidió José María Maquibar, asistieron los vocales del C.A.T. Arbide, Villar, Cafranga y Arteche y los secretarios Cibrián y Machimbarrena, acordándose que la subvención a la Semana fuera de 200.000 pesetas, con lo que el capítulo de ingresos quedaba igualado al de gastos.

     Los ingresos fueron subvención del Ministerio de Información y Turismo, 150.000 pts.; subvención de la Delegación Nacional de Sindicatos, 100.000 pts; Servicio de Ordenación Económica de Cinematografía, 50.000 pts.; C.A.T. 200.000 pts.; Diputación de Guipúzcoa, 30.000 pts.; Cámara de Comercio de San Sebastián, 20.000 pts.; premios donados por el Gobernador civil de Guipúzcoa, 21.533 pts.; ingresos de fiestas, 48.924 pts.; ingresos de cine y por diversos conceptos, 178.194 pts. Total,, 798.651 pts.

Aquellos comerciantes que fueron los padres de la "criatura" nunca pensaron que la Semana por ellos ideada tuviera una tan dilatada continuación y que alcanzara la categoría de los grandes Festivales de Cine, como Venecia o Cannes. La historia de los Festivales no lo constituye solamente la constelación de estrellas -desde Francesca Bertini a Liz Taylor, de Kim Novak a Cantinflas- que a San Sebastián vinieron en las cuarenta y tantas ediciones del certamen, sino una legión de gentes encerradas muchas de ellas en el anonimato. Hay nombres rutilantes, hay brillantes apellidos que "suenan" a la gente. Pero el Festival tiene mucho más que el escenario y es entre las bambalinas donde se trabaja y se hace el certamen. Ahí están los directores, desde Carlos Fernández Cuenca a Miguel Echarri, los secretarios, desde Ramiro Cibrián a Pilar Olascoaga, los relaciones públicas desde Nacho Angulo a Javier Letamendía, los presentadores, desde Alberto Olivares a Petrita Tamayo y Mario Cabré...

Este, el poeta-torero, cada noche nos sorprendía con un elegante y original smoking y sabía poner en su labor de presentar artistas una gran mesura. Su labor no se limitaba a salir al escenario, pronunciar unas palabras y dar un ramo de flores. Hacía una labor de contactos, de relaciones públicas y siempre se echaba mano de él para arreglar sobre la marcha una dificultad surgida, un contratiempo inesperado.


Nuestro Festival no hubiera sido lo que ha sido, no hubiese llegado a tan altas cotas de popularidad sin la labor que han realizado los periodistas. Ellos han ido contando, año tras año, lo que en San Sebastián sucedía y gracias a ellos en regiones alejadas de la nuestra, en pueblos perdidos en la geografía española, sabían que en San Sebastián se daban cita actrices y actores de calidad, había fiestas suntuosas, se proyectaban buenas películas y nuestra ciudad se convertía durante una larga ana en la capital del cine y por las calles podía uno cruzarse con las lejanas y casi míticas figuras del séptimo arte, que no son de celuloide sino de carne y hueso.


He vivido todas las ediciones de nuestro Festival y he convivido con algunos de los periodistas que llegaban a San Sebastián enviados por sus periódicos para informar. Les he visto en qué condiciones trabajaban y cómo ponían siempre el adjetivo preciso y en ocasiones echaban al saco del olvido posibles y humanos errores cometidos en el desarrollo del certamen. Citaré algunos nombres y en primer lugar el de Alfonso Sánchez, un hombre fiel a la ciudad a la que ya antes del Festival había dedicado elogiosas crónicas en aquel “Informaciones” de tan grata recordación. Asistió a los primeros veintiocho Festivales, falleciendo unos días antes de que las luces del Victoria Eugenia anunciaran el comienzo de la XXIX edición. Tan vinculado estaba con nuestro certamen que aceptó en diversas ocasiones el formar parte del comité de selección de películas y del jurado. Pero su gran tarea estaba en aquellas deliciosas columnas donde día a día ponía de manifiesto su lozano y fértil ingenio, sus grandes conocimientos de cine y su entrañable afecto a esta ciudad en la que le gustaba pasear bajo la lluvia, comer los platos típicos de nuestra cocina y charlar con los incontables amigos que aquí tenía, lo mismo en los elegantes salones de un hotel que en el ambiente popular de una sociedad de la Parte Vieja.


Pero si dedico un párrafo especial a Alfonso Sánchez no por ello me olvido de otros periodistas de calidad que tanto han escrito sobre el Festival. Cómo olvidarse de Miguel Pérez Ferrero, el “Donald" de sus críticas cinematográficas, de Carlos Fernández Cuenca, que durante dos años dirigió el Festival, de Pascual Cebollada, de Josefina Carabias, de Luis Gómez Mesa, de Miguel Urabayen, de Antonio Martínez Tomás, que abría diariamente la ventana de "La Vanguardia" para que toda Cataluña estuviera enterada de la realidad de nuestro Festival.


Creo que los nombres de estos y de tantos otros que han hecho información de nuestros Festivales, no debemos olvidarlos. Porque es de justicia reconocer su labor.


Y aquí pongo fin a estos relatos en los que más de un lector encontrará errores, pero creo que ninguno hallará un desfallecimiento del autor en su amor a San Sebastián, la ciudad en la que nació y donde transcurrió la mayor parte de su vida.

(Del San Sebastián que fue. JUAN MARÍA PEÑA IBAÑEZ)






















No hay comentarios:

Publicar un comentario