sábado, 21 de abril de 2012

Llega el cinematógrafo

El cinematógrafo, el gran invento de Marey y Friese Green, lo perfecccionaron los hermanos Luis y Augusto Lumiére quienes pasaron en privado sus primeras películas en marzo de 1895 en París y un mes después ante la "Societé d'encouregement a l'industrie national". No se dio ni por la industria ni por la prensa excesiva importancia al invento. Un empresario belga contrató aquellas primeras películas  y las exhibió en Bruselas con escaso éxito. Luego, el dueño del Grand Café du Boulevard des Capucines de París alquiló el sótano por treinta francos diarios al empresario belga que daba dos películas cada  día. Y comenzó la gente a interesarse por el cine y asistir a las sesiones

¿Cuándo legó el cinematógrafo a San Sebastián? No andan muy de acuerdo los investigadores de la pequeña historia de nuestra ciudad ni en fechas ni en lugares. Parece ser que los donostiarras en 1891 pudieron ver boquiabiertos a través de unas lentes escenas de la guerra de Crimea. Aquí esa guerra debió seguirse con mucho interés y un bar restaurante sito en el barrio de San Martín fue bautizado con el nombre de Sebastopol, desaparecido allá por los años treinta ha vuelto a renacer en la forma de "pub" con el mismo nombre y en el mismo sitio. Aquello, que no era cinematógrafo, se daba en el número 14 de la calle del Pozo, hoy paseo del Boulevard.

Tras aquel antecedente inmediato del cinematógrafo, éste llegó de la mano de los hermanos Lumière y tres meses después de haberse dado las primeras proyecciones en Madrid y Barcelona se daban en San Sebastián. La primera sesión parece ser que tuvo lugar en un improvisado cinematógrafo en el llamado Salón Edison, sito también en la calle del Pozo. El argumento de la primera película proyectada en nuestra ciudad era el siguiente:















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