Se acogió el colegio a la hospitalidad de San Sebastián y aquí comenzaron a dar clases que iban desde la enseñanza comercial al bachillerato francés. El colegio estaba junto al frontón de Jai-Alai, en Ategorrieta. Pronto se prestigió y fueron muchos los chicos donostiarras que allí acudían y unos religiosos chapurreando el español comenzaron a dar sus clases y bajo su disciplina firme, acertada y precisa muchos donostiarras siguieron sus estudios y fueron conocidos por el cariñoso nombre de "Bernardos". Aquellos chicos lucían un uniforme y una gorra. El colegio y sus rectores adquirieron carta de vecindad y de prestigio entre los donostiarras.
Pronto nació a la vida de la enseñanza otro colegio más sencillo, más modesto, tal vez más popular, asentado en la Parte Vieja, a la sombra de la parroquia de San Vicente: el colegio de Los Angeles. Fue el 11 de octubre de 1911 cuando este colegio abrió sus puertas, que las ha cerrado en junio de 1993.
En 1928 Francia necesitó de los religiosos que veintitantos años antes despreció y entonces llamó a los hijos de San Juan Bautista de La Salle para que volvieran al país de donde habían sido expulsados. Y los Hermanos de las Escuelas Cristianas no rechazaron el llamamiento. El Colegio de Ategorrieta se cerró y los religiosos se fueron a Bayona.
El Hermano Albán, último director que tuvo el colegio de aquí, comunicaba en la primavera de 1928 a los alumnos el acuerdo adoptado. Y lo hacía con cierta tristeza pues no podía olvidar la amable acogida que tuvo el colegio, los veintitrés años de permanencia ni a los chicos que habían acudido a sus aulas. Anunciaba la reanudación de las clases en Bayona a principios de octubre y agregaba que "nos será tanto más fácil el complacer a su clientela adicta ya que se encontrará en inmejorables condiciones para ofrecer a ésta la enseñanza que necesita y para la cual se creó el colegio: la enseñanza del francés".
Los periódicos donostiarras despedían al colegio con simpatía y así "El Pueblo Vasco" escribía: “Llevaba ya veintitrés años de existencia en nuestra ciudad y en él habían recibido educación y enseñanza millares de alumnos de las más distinguidas familias. La labor pedagógica realizada por los religiosos ha sido verdaderamente benemérita, y de ahí que el sentimiento haya sido unánime y bien justificado ciertamente".
Un año después, en septiembre de 1929, los jesuitas abrían en el mismo edificio el Colegio de San Ignacio, que sigue impartiendo enseñanza.
Pasaron los años y los que habían sido alumnos de aquel colegio, los "Bernardos", insistieron en que se hiciera lo posible para "resucitar" aquel centro escolar. Se les daba a los religiosos facilidades para instalarse y tras no pocas gestiones, los Hermanos de las Escuelas Cristianas se decidieron a volver.
El nuevo colegio se estableció en Loyola, en la finca que allí poseía Echaide Camio, sobre un terreno de 30.000 metros cuadrados. Comenzaron las obras y se levantó el colegio que pudo abrir sus puertas en el curso 194647. Habían pasado casi veinte años desde que se había cerrado el primitivo, de Puertas Coloradas. Este nuevo colegio tuvo que ser ampliado a los pocos años ante el crecido número de solicitudes de ingreso.
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