A consecuencia de la segunda guerra carlista, se trasladó el Instituto a San Sebastián y desde esa fecha ha venido funcionando en nuestra ciudad. Se cuenta que durante una escaramuza que el general Serrano, duque de la Torre, sostuvo con unas partidas carlistas tuvo que hacer noche en Vergara , en cuyo Seminario había sido estudiante. No había vuelto a Vergara desde entonces y aquella noche el general durmió en el mismo cuarto que le perteneció en sus ya lejanos días de escolar.
El Instituto, al establecerse en San Sebastián, venía a ser el continuador de la escuela de primeras letras, humanidades y moral que en 1626 habían abierto los Jesuítas en la calle de la Trinidad y de la Escuela de Gramática que los Dominicos tuvieron desde comienzos del siglo XVI hasta la desamortización de Mendizabal en San Telmo.
Tras un breve período de tiempo que el Instituto tuvo su sede en la plaza de las Escuelas (hoy Sarriegui), funcionó desde 1880 en la calle Andía, en el edificio que hoy ocupa en parte la Diputación y la Caja de Ahorros, hasta 1900, en que se trasladó a uno de nueva planta levantado en la calle de Urdaneta, tras la parroquia del Buen Pastor.
Pero no fue fácil el traslado del Instituto desde Vergara a San Sebastián. Su director, el arquitecto y catedrático de matemáticas don Carlos Uriarte y Furira, ante la guerra que estaba viviendo el país, dirigió con fecha 12 de agosto de 1873 un escrito al director general de Instrucción Pública en el que anunciaba que iba a ser retirada la guarnición militar de Vergara y que era posible, dado el cariz que iba tomando la guerra carlista, que en breve la villa dejase de estar bajo la autoridad del Gobierno de Madrid, por lo que solicitaba instrucciones a fin de saber si el establecimiento iba a seguir en aquella localidad o debía trasladarse a San Sebastián, dejando a salvo los derechos adquiridos por Vergara.
El día 19 contestaba el Ministerio de Fomento dejando la solución en manos del director y del claustro de profesores, de acuerdo con la Diputación de Guipúzcoa. Reunido el claustro, que estaba formado por don José María de Viana, don Paulino Caballero, don Damián de la Cuesta, don Serafín Sanz y don Rufino Machiandarena, reconocieron que no podían funcionar donde no alcanzase la autoridad del Gobierno y que dado el carácter provincial del Instituto procedía el traslado a una localidad donde aquélla llegase y habida cuenta que los Institutos en su inmensa mayoría radicaban en capitales de provincia, acordaron que procedía el traslado a San Sebastián. Pidieron a la Diputación solicitara al Ayuntamiento donostiarra un local para establecerse, entendiendo el claustro que debía continuar la provincia abonando la subvención anual de 15.000 pesetas que entregaba y que se podía recabar del citado municipio su cooperación económica, igual que había hecho hasta entonces el de Vergara.
Vergara fue ocupada por las tropas carlistas y el 6 de septiembre el 1873 visitó la villa Don Carlos VII. Poco después estuvo el Pretendiente en el Instituto llamando la atención la ausencia del director y al quejarse el diputado general del hecho, recibió como respuesta del señor Uriarte ésta: "El claustro de profesores no era un organismo político y dependía del Gobierno constituido".
El director fue a Madrid siendo recibido el 28 de noviembre por el ministro de Fomento autorizándole para que en el plazo más breve instalara el Instituto en San Sebastián y diera principio el curso, participando este acuerdo a la Diputación. El 20 de diciembre solicitó al director del Ayuntamiento la cesión del local donde se hallaba la Escuela de Comercio, en la plaza de las Escuelas, y accediendo el municipio a su petición, allí se instaló el Instituto, negando la Diputación la subvención en tanto no volviese a Vergara.
Al concluir la guerra carlista se dictaron diversas disposiciones en virtud de las cuales el Instituto quedaba definitivamente en San Sebastián, cediendo en usufructo al obispo de Vitoria el material y mobiliario del Seminario con destino a un colegio de segunda enseñanza y otras cátedras a cargo de los Padres Dominicos.
Establecido el Instituto, todavía con carácter provisional, en San Sebastián, el 3 de octubre de 1874 por primera vez se celebró de una forma solemne la apertura del curso académico. Asistió al acto el claustro de profesores de toga y traje académico, el comandante militar señor Calleja, los miembros de la comisión de enseñanza del Ayuntamiento señores Ibero y Elizarán, los representantes del cabildo parroquial reverendos Aristizabal y Garín, el inspector de primera enseñanza señor Eguren, el director de Obras Públicas señor Lafarga, los ingenieros de minas señores Goenaga y Santo Domingo, el subdelegado de medicina señor Sagastume... El secretario del Instituto don Rufino Machiandarena leyó "con voz clara y correcta entonación" la memoria del curso anterior dando cuenta de las vicisitudes del centro, situación económica, datos de los alumnos matriculados, etc. Se procedió después a la entrega de los diplomas a los alumnos premiados en los exámenes de junio que fueron Tomás Acha Briones, en Física y Química, Historia Natural y Fisiología e Higiene y Eugenio Martín Salterain, en Retórica.
Las clases comenzaron el viernes 16 de octubre siendo el cuadro de las mismas el siguiente: primer año de latín y castellano: diaria de doce a una y media. Catedrático propietario don Aquilino Fuentes. Textos, compendio de gramática castellana de la Academia. Gramática latina de R. Miguel. Trozos de traducción, de S. Fernández. Segundo año de latín y castellano: diaria de diez a once y media. Catedrático en sustitución, don Aquilino Fuentes. Textos, gramática de la Academia y gramática latina de Raimundo Miguel y tomos 2º y 3º de los PP. Escolapios. Retórica y Poética, diaria de ocho a nueve y media. Catedrático auxiliar, don José Manterola. Curso de Retórica de R. Miguel y tomos 2º y 3º de los PP. Escolapios. Geografía: de ocho a nueve y media los lunes, miércoles y viernes. Catedrático propietario, don Rufino Machiandarena. Texto, Monreal. Historia Universal: de tres a cuatro y media los lunes, miércoles y viernes. Catedrático, el mismo. Texto, Castro. Historia de España, de tres a cuatro y media los martes, jueves y sábados. Catedrático, el mismo. Texto, Monreal. Psicología, Lógica y Etica: diaria de diez a once y media. Catedrático propietario, don Juan Ortega y Rubio. Aritmética y Algebra: diaria de doce a una y media. Catedrático propietario, don Carlos Uriarte. Texto, Cortazar. Geometría y Trigonometría, diaria de doce a una y media. Catedrático propietario, don José María Viana. Texto, Cortazar. Física y Química, diaria de doce a una y media. Catedrático propietario, don Paulino Caballero. Texto,. Félix. Historia natural: de ocho a nueve y media, lunes, miércoles y viernes. Catedrático en sustitución, don Paulino Caballero. Texto, Galo. Fisiología e Higiene de ocho a nueve y media, martes, jueves y sábados. Catedrático en sustitución, don Paulino Caballero. Texto, Hidalgo. Dibujo lineal y topografía: diaria de tres a cinco. Catedrático propietario, don Julián Sarasola. Los libros de texto se vendían en la librería de Juan Osés, Plaza de la Constitución 7 y Elcano 1.
Coincidiendo con la inauguración de curso, el Ministerio de Fomento se dirigió a los gobernadores civiles para que se abonaran rápidamente sus atrasos a los profesores de segunda enseñanza. A los del Instituto de San Sebastián se les adeudaban trece mensualidades.
El Instituto funcionó en la Plaza de las Escuelas hasta el año 1.880 en que se trasladó a la calle Andía, en la manzana en que actualmente está la Caja de Ahorros. En esta manzana estaban una serie de servicios: en la plaza de Guipúzcoa se hallaban la Diputación, Correos, la Delegación de Hacienda y la Delegación de Orden Público o comisaría de Policía y el Gobiern civil. En la calle Peñaflorida, el Laboratorio Municipal y las Escuelas Públicas. La Fábrica de Tabacos estaba en la calle Garibay y en la citada de Andía el Instituto. Hay que tener en cuenta que a finales de siglo la población de San Sebastián no llegaba a los 40.000 habitantes y la máquina administrativa y su burocracia era mínima hasta el punto de poder albergar en una manzana todos los servicios citados.
Los primeros jefes, directores y catedráticos del Instituto fueron los siguientes: Licenciado don Domingo Ansoátegui y Altube, que desempeñó el cargo en las vacantes en virtud de lo dispuesto en las ordenanzas del Real Seminario, desde el 20 de mayo de 1842 hasta el 22 de mayo de 1851. Don José de Odriozola, coronel de Infantería y teniente coronel de Artillería, miembro de la Academia de Ciencias. Tomó posesión el 1º de diciembre de 1845, cesando el 30 de diciembre de 1846. don José Ramón Mackenna, brigadier de Caballería, teniente coronel del cuerpo de E.M. del Ejército. Tomó posesión el 22 de mayo de 1851 y cesó el 20 de octubre de 1853 por haber sido nombrado jefe de E.M. de la Capitanía general de Castilla la Vieja. Don Francisco Martín del Yerro, coronel de Ingenieros. Tomó posesión el 20 de febrero de 1854 y cesó por dimisión el 8 de noviembre de 1860. Don Telesforo de Monzón y Zurbano, ex-diputado a Cortes, abogado del Colegio de Vergara. Tomó posesión el 28 de noviembre de 1860 y cesó por dimisión el 31 de octubre de 1868. Don Domingo Alcalde y Prieto, catedrático de Psicología, Lógica y Etica. Tomó posesión el 18 de junio de 1869 y cesó el 26 de mayo de 1871 por pase a la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza. Don Carlos Uriarte y Furira, arquitecto y catedrático de matemáticas. Tomó posesión el 30 de mayo de 1871 desempeñando la dirección del Instituto hasta su muerte acaecida el 14 de febrero de 1897.
En la memoria que se leyó en la apertura de curso en octubre de 1897 se daba una relación de los catedráticos del Instituto desde 1842 hasta aquella fecha y que habían sido los siguientes: don Francisco Segura Echeverría, de latín y castellano; don Francisco Teodoro Mosquera, de psicología y lógica; don José Alfageme Oliva, de física y química; don Justino Laverdure Fartas, de lengua francesa; don Ruperto Carlos Viguri Iragorri, de geografía e historia; don Juan Nepomuceno Fernández y Mallo, de latín y castellano; don Domingo Ansoátegui Altube, de religión y moral; don Juan Cruz Machiandarena Echeverría, de latín y castellano; don Felipe Ciorraga y Tomasa, de retórica y poética; don Domingo Alcalde Prieto, de lógica; don Ricardo Orodea Ibarra, de historia natural; don Blas Oñorbe Sabando, de retórica y poética; don Miguel Erausquin Alberdi, de lengua francesa; don Damián de la Cuesta y García, de latín y castellano; don Juan Ortega Rubio, de psicología, lógica y ética; don Aquilino Fuentes Martín, de latín y castellano; don Serafín San Agud, de historia natural; don Francisco Rodríguez Sánchez de Alba, de latín y castellano; don Gerardo Cuervo Aranzo, de retórica y poética; don Luis María Elizalde Izaguirre, de psicología, lógica y ética; don Jacinto Mongelos Jiménez, de lengua francesa; don Esteban Sala Carrera, de agricultura; don Antonio Gaspar del Campo, de lengua francesa; don Fermín Barech López, de lengua francesa; don Luis Laplana y Cirla, de latín y castellano; don Cándido Ríos Rial, de historia natural; don Félix Gila Fidalgo, de historia natural; y don Carlos Uriarte y Furira, de matemáticas.
Se conoce el movimiento de ingresos y gastos de algunos años de aquel Instituto. Así el movimiento de fondos durante el año académico de 1882 a 1883 fue el siguiente: Recaudación por derechos de matrícula, 7.960 pts.; Recaudación por títulos de Bachiller, 900 pts.; Recaudación por libramientos de la Diputación, 35.848,77 pts. Totales 44.708,77 pts. Déficit del presupuesto anterior 2.708,77 pts.; Gastos de personal 38.008,99 pts., Gastos de material, 2.486,69 pts. Totales 43.204,45 pts. Fondos del Instituto a 1 de julio de 1.883, 1.504,32 pts.
Se conoce la relación de material científico adquirido durante el curso de 1882-83 que es el siguiente: Péndulo de Kater; Fuelle de Pascal; Aparato para demostrar el principio de Arquímedes en los cuerpos flotantes; Aparato para la presión superficial de los gases; Aparato de Gay-Lussac para vapores; Aparato para la experiencia de Oersteot; Aparato para demostrar las leyes de inducción; Comparador óptico de Lissajons; Aparato de Biot y Aragó; Aparato de Norremberg para los colores complementarios; Ozonómetro; Evaporómetros de Piche; Modelo de anteojo astronómico; Flotador de Prony; Aparato de Gay-Lussac para el coeficiente de dilatación de los gases; Aparato de Dulong y Petit para la dilatación absoluta de los líquidos; Aparato Regnault para la tensión de vapores; Aparato de Senarmont para conductibilidad de los cristales; Aparato para preparar Ph.O.
El material científico adquirido para la cátedra de Historia Natural aquel mismo curso fue el siguiente: Un microscopio con polarización; una colección de 180 cristales naturales sobre una pirámide de ébano; un modelo del "Ichtyesdurus"; otro del "Pterodactylus"; otro del "Megalosaurus"; otro del "Iguanodon"; un pato disecado; 400 hojas cuadradas de hoja de lata. Y para la cátedra de agricultura el material adquirido fue el siguiente: Una colección de insectos útiles y perjudiciales de España, compuesta de 300 especies y 450 ejemplares, ordenada metódicamente; siete cajas de cristal y doble garganta y una máquina de trillar de Ramsones.
El Instituto se trasladó el 1 de octubre de 1900 a la calle de Urdaneta a un edificio de nueva planta que habían construido los arquitectos don Luis Elizalde y don Ramón Cortazar, cuyo contratista fue don Ramón Múgica y el precio de la obra fue de 350.000 ptas.
Inaugurada la parroquia del Buen Pastor en 1897 se proyectó una plaza a su alrededor, que de no haberse levantado las casas laterales, las de Urbieta y Fuenterrabía hubiera sido espléndida por sus dimensiones, y se comenzó la construcción de dos edificios de noble planta, uno destinado a Escuela de Artes y Oficios y Biblioteca Municipal y el otro a Instituto Provincial. Este último se levantó en el solar número 60 del ex-ensanche, justamente detrás de la parroquia y la obra debería cubrir una extensión mínima de 1.500 metros cuadrados y máxima de 2.000, según las condiciones del concurso que se abrió. En las condiciones que hizo públicas el ayuntamiento en 1894 se decía que "las 350.000 pesetas del presupuesto de la obra se emplearán en dar al edificio aquellas condiciones de bondad y amplitud que deben apetecerse en un establecimiento de enseñanza, sin comprender obra alguna accesoria de decorado interior ni obra extraña al fin a que el edificio se destina, en el caso de que no alcance para ellas la cantidad anteriormente fijada". El solar elegido tenía 56,40 metros de latitud por 80 de longitud y las fundaciones se habían de contar con 5 metros de profundidad de la rasante de la calle. La superficie del edificio debía dejar una zona libre alrededor del mismo de un ancho de 10 metros de frente, 8,20 en los costados y 20 en la parte posterior, dando la fachada principal, de 40 metros de calle a la de Urdaneta.
La forma interior del edificio debiera ser de un patio central rodeado de una galería abierta en la planta baja y acristalada en la principal por las cuales se dé acceso a las cátedras. La anchura del patio y galerías no debía ser inferior a 3,50 metros, el edificio debía de constar sólo de una crujía cuyo vano en dicha planta debía ser de 7 metros para el establecimiento de seis cátedras, museo de Agricultura que comunicase con el jardín botánico, gabinete de geografía, biblioteca, sala y antesala de profesores. El paraninfo debía situarse, según decían las condiciones del concurso, frente al acceso y centro de la fachada principal, debiendo coger la altura de los pisos principal y ático, teniendo en ambos extremos en el uno el estrado y en el otro, con la elevación conveniente, una tribuna para la música. En esta misma planta se situarían los gabinetes de física, química y de historia natural, las clases correspondientes a dichas enseñanzas, laboratorio de química, dirección, secretaría, despacho del secretario y la habitación del director.
Bastante de lo que decía el informe que se pidió a los profesores se llevó a la realidad, pero no todo, y el Instituto funcionó durante más de medio siglo en el privilegiado lugar elegido en 1894. La inauguración tuvo lugar el 1 de octubre de 1900 en un solemne acto. Los invitados al mismo elogiaron grandemente la obra realizada por los arquitectos.
El paraninfo, donde tuvo lugar la sesión académica con la que se inauguraba el edificio, estaba muy adornado, habiéndose colocado un dosel de terciopelo verde bajo el cual aparecían los retratos de la Reina Regente Doña María Cristina y de su hijo el futuro Alfonso XIII. Presidió el acto el ministro de la Gobernación, don Eduardo Dato, el político que sería asesinado años después en Madrid. Vestía uniforme luciendo la banda de San Gregorio el Magno. Junto a él se hallaban en el estrado el capitán general de la región, general Macías, el gobernador civil de la provincia, señor González Rothows, el vicepresidente de la Diputación don Tomás Balbás y el director del Instituto don Juan Cruz Machiandarena. Asistieron al acto los académicos de la Historia don Antonio Pirala y el general Arteche y los vocales de la comisión de monumentos de Guipúzcoa don Pedro Soraluce y don Antonio Arzac.
El secretario del Instituto señor Llorente hizo historia del último curso académico y dijo que para el que se inauguraba aquel día se habían matriculado 159 alumnos en la enseñanza oficial, 309 en la privada y 70 en la libre, habiendo realizado el examen de ingreso 100 estudiantes. Luego hablaron el señor Balbás, el director señor Machiandarena y por último el señor Dato que hizo alabanzas al Ayuntamiento y a la Diputación por su generosa actitud a la hora de levantar el edificio.
El periódico tradicionalista "El Correo de Guipúzcoa", al comentar el acto, criticaba la afirmación del secretario que había dicho que mediante la propagación de la enseñanza podría España "figurar a la cabeza de las naciones". El periódico apostillaba: "Sólo la enseñanza católica y moral es capaz de producir buenos hijos hoy, buenos padres de familia mañana y excelentes ciudadanos siempre; mas esa otra enseñanza plagada de errores morales y religiosos, abundante en teorías escépticas, disolventes y perturbadoras, que es por desgracia la que se prodiga hoy en casi todas las Universidades e Institutos de España, lejos de ponernos a la cabeza de las naciones, nos llevará a la ruina moral y material más completa, y de ello tenemos un botón de muestra en nuestras recientes e irreparables pérdidas".
El número de alumnos fue creciendo paulatinamente. En el curso 1896-97 hubo 571 alumnos matriculados de esta forma: enseñanza oficial, 117; enseñanza privada, 374; doméstica, 15, y libre, 65. Aquel año el resultado de los exámenes de junio y septiembre fue el siguiente: 1.613 exámenes con 248 sobresalientes, 329 notables, 390 buenos, 500 aprobados y 146 suspensos. Correspondían a la enseñanza oficial 52 sobresalientes, 65 notables, 70 buenos, 101 aprobados y 37 suspensos. A la privada, 167 sobresalientes, 218 notables, 272 buenos, 320 aprobados y 66 suspensos. A la doméstica un sobresaliente, 10 notables, 10 buenos, 12 aprobados y 3 suspensos. A la libre 28 sobresalientes, 36 notables, 38 buenos, 67 aprobados y 40 suspensos.
El Instituto funcionó en el edificio de la plaza del Buen Pastor y calle de Urdaneta hasta 1956 en que se trasladó a Amara donde se inauguraron dos, bautizándoles con los nombres de Peñaflorida y José María Usandizaga. Luego se han creado otros Institutos de segunda enseñanza en la ciudad pero para los que pasamos por el de la calle Urdaneta-plaza del Buen Pastor, aunque fuéramos alumnos colegiados que solo íbamos allí a examinarnos, el Instituto será siempre ése, con aquellos profesores de mi época que aún recuerdo, como don Vicente Ferraz, don Angel Bellver y Checa, don Vicente Pérez Yagüe, Cañizares, Añíbarro, Carreño, Oñate, Ruiz de Azúa, González, Acevedo, La Puente, Mendiola, Niño... y junto a estos nombres el recuerdo se extiende también a "Cicerón", "Sócrates" y "Platón", los bedeles que con voz engolada, como si ordenaran una carga de caballería en los Castillejos, tras abrir la puerta del aula decían: "¡Señor catedrático, la hora!"
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